Seguro que en tu armario tienes unos jeans, una camisa blanca, un vestido negro, un bolso beige y una chaqueta. A pesar de lo que cada temporada traigan las modas seguramente van a seguir ahí, porque son básicos y clásicos, que combinan con todo y que nunca pasan de moda. En el mundo de la decoración ocurre lo mismo, aunque a primera vista nos cueste un poco más visualizarlo.
Lo cierto es que con la industrialización el estilo de los muebles cambió por completo. Hasta entonces cada pieza estaba hecha de forma artesanal, con gran detalle y altos costos. Después, con el auge de las fábricas, se consiguió producir muebles en masa, con líneas más rectas y nuevos materiales. Ya no eran piezas únicas, pero sí más baratas y accesibles.
Toda esta historia de vida y evolución del mueble y la decoración ha ido dejando algunas piezas que ya son atemporales y que podríamos considerar básicos. Piezas de las que nunca te vas a cansar, que puedes ubicar en distintos espacio de la casa y que, además, aportan un plus de gusto y estilo. Para mí son éstas cuatro:
Un sofá con capitoné tipo chéster
Cuentan que a finales del Siglo XVII el IV Conde de Chesterfield pidió a su ebanista de confianza que le fabricara un sofá para sus reuniones en el club social. Al Conde le molestaban las butacas existentes, porque decía que obligaban a sentarse en malas posturas que arrugaban y deslucían las ropas y uniformes. De las manos de aquel ebanista surgió un mueble compacto y robusto, con los brazos y el respaldo a la misma altura, tapizado en cuero y botones forrados. Era el primer capitoné, pero también el primer Chester y uno de los emblemas del estilo clásico inglés. Hoy existen adaptaciones del modelo original en distintos tejidos y colores y el capitoné se ha utilizado también en sillas, butacas y hasta en baúles. En cualquiera de sus versiones es un clásico atemporal que denota elegancia y estilo. Nunca te arrepentirás de tener un chéster. Si por algún motivo ha llegado a ti uno original de cuero hazte cuenta de que tienes un tesoro en casa.
Una silla de diseño
Pareciera que diseñar una silla es una tarea fácil, y sin embargo ha obsesionado a los más reputados diseñadores y arquitectos. Y aunque necesitemos tener algunas que cumplan funciones únicamente prácticas, en términos decorativos tener una silla de diseño es siempre una excelente idea. Da igual si tienes una, como objeto de colección, o varias. Hoy vale combinarlas de colores y diseños distintos y las vemos en cualquier espacio de la casa. Una silla Barcelona, una Egg o una Eames… No importa, todas se han ganado el título de obras de arte y perdurarán en el tiempo.
Las alfombras orientales
Las clásicas alfombras orientales o persas son otro gran acierto en decoración. Originalmente estaban pensadas para cubrir los suelos en las tiendas de los nómadas y se tejían a mano anudando fibras, restos vegetales y hasta insectos. Hoy se utiliza sobre todo lana, seda y algodón. Hay de muchos tamaños, pero todas comparten esa magia que hace acogedor cualquier ambiente. Suelen ser pesadas y espesas, aunque las hay más ligeras, como los kilims que están muy de moda ahora porque aportan ese toque étnico y exótico. No creas que por heredar una de tu abuela están pasadas de moda ¡al contrario! Son auténticas obras de arte, además el tamiz del tiempo les da un aire mucho más especial.
Los espejos grandes
Tener un espejo grande es tener un as bajo la manga, porque puedes ocuparlo para distintos propósitos. El primero y más evidente es hacer más amplio un espacio pequeño. Pero también te puede servir para iluminar habitaciones con poca luz. Si lo utilizas sólo como objeto decorativo te servirá en el living, el comedor, el recibidor y hasta en un pasillo. Los espejos nunca sobran y no pasan de moda y además los maxi tienen un toque de elegancia que combina con cualquier estilo.